Por un retorno a una política de orden social
La economía social de mercado es un modelo de éxito. Alemania tiene una economía exitosa. Estamos presenciando cada vez más récords de ocupación y amplios segmentos de la población se benefician de ello. Nuestro Estado es estable y eficiente. La sociedad civil es mucho menos propensa al fundamentalismo que en otros países y durante la crisis migratoria volvió a demostrar lo dispuestos que son sus miembros a prestar ayuda mediante el trabajo voluntario. Nuestra estructura económica, con una base fuerte de empresas medianas, un diálogo social y negociaciones colectivas dinámicas, logra hacer frente incluso a los desafíos más difíciles. La superación de la crisis económica y financiera es un ejemplo elocuente de ello. Al contar con uno de los sistemas sociales más extensos a nivel mundial, Alemania está ampliamente protegida contra imprevistos, sobre todo contra emergencias a nivel individual. Sin embargo, colocamos en riesgo este modelo de éxito al optar cada vez más por una política social consumidora en lugar de una política reguladora. Es aquí donde algo anda profundamente mal con la política social alemana. Esta política merma la eficiencia y la
capacidad de adaptación de nuestro modelo exitoso, socavando lentamente su legitimación y fomentando así al populismo.
- Exigimos justicia social, pero dejamos que la carga previsional se siga desplazando a
generaciones futuras, sobre todo en los sistemas de cotización. En las decisiones políticas,
¿quién ejerce de abogado y agente sincero de nuestros hijos y nietos?
- Discutimos sobre el peligro de la pobreza en la vejez, amenaza que por suerte también a
futuro solo tiene que temer una minoría –a veces invocando temores de forma irresponsable–
pero carecemos de conceptos convincentes para que el grupo considerablemente mayor de
trabajadores poco cualificados puedan integrarse de forma sustentable a la vida laboral y, como
consecuencia, pagar cotizaciones previsionales para su vejez.
- En Alemania todavía pasa con demasiada frecuencia que la marginación educacional se
herede de forma intergeneracional, socavando así la promesa de bienestar para una sociedad
abierta de ciudadanos. El postulado de la equivalencia entre la educación académica y
profesional técnica no debe limitarse a palabras bonitas, sino ha de volverse realidad a través
del actuar político concreto. De lo contrario, el sistema de educación está amenazado de
alejarse de las exigencias del mercado laboral.
- Vemos con asombro el creciente apoyo a populistas, pero nosotros mismos fingimos tener
(pseudo)soluciones rápidas y simples, en vez de esforzarnos por obtener respuestas sinceras y
de largo plazo a problemas que sin duda son cada vez más complejos. La política no debe
degradarse a una mera entretención y hacerse esclava del rating de los paneles televisivos o de
los Likes de Twitter. Es imperativo que los debates vuelvan al parlamento, donde se debe luchar
por argumentos de fondo…..Continuar leyendo